El último minuto del mes de junio de 2015 durará 61 segundos, una anomalía que se debe a que la rotación de la Tierra es irregular y mucho menos disciplinada que los relojes atómicos.
En todos los países del mundo, en la noche del 30 de junio al 1 de julio, según la medida estándar del Tiempo Universal Coordinado (antes llamado GMT), el minuto entre las 23.59 y las 00.00 durará un segundo más.
Si bien los ciudadanos no notarán la diferencia, "los grandes sistemas de navegación por satélite, los sistemas de sincronización de las grandes redes de ordenadores van a tener que tomar en cuenta esta modificación para no tener problemas con sus aplicaciones informáticas", explicó a la AFP Daniel Gambis, director del Servicio de Rotación de la Tierra.
Este organismo con sede en París se encarga de decidir a nivel internacional los cambios en la hora estándar y alerta cuando es necesario intercalar un segundo adicional. Con este segundo agregado, se intenta reconciliar dos escalas de tiempo, la medición del Tiempo Universal (TU), que se basa en la rotación de la Tierra y su posición con respecto a otros astros, y la del Tiempo Atómico Internacional (TAI), definido desde 1971 por un sistema de relojes atómicos.
Cuando se estableció mundialmente la convención del Tiempo Universal Coordinado (UTC) en 1972, también se acordó que el desfase entre ambas escalas no podría sobrepasar un nivel de 0,9 segundos, de lo contrario habría que sumar un segundo suplementario. 26 segundos desde 1972 Desde 1972 se han sumado 26 segundos, incluyendo el de este 30 de junio.
El anterior había sido adjuntado a mediados de 2012. "En enero le advertimos a todo el mundo que habría que sumar un segundo a la noche del 30 de junio al 1º de julio", explicó Gambis. "La Tierra gira de una forma caprichosa, en cambio los relojes atómicos son drásticos", aseguró el astrónomo. A largo plazo, el planeta azul tiene una tendencia a desacelerarse, por la atracción gravitacional entre la Luna y el Sol, responsable de las mareas.
También depende de movimientos atmosféricos, variaciones de los hielos y fuerzas como los sismos. En cambio, los relojes atómicos actuales, que basan su funcionamientos en las propiedades de los átomos para medir el tiempo, son tan exactos que ni en 300 millones de años podrían llegar a retrasarse un segundo.
Actualmente, cerca de 400 relojes atómicos en todo el mundo, permiten a la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM), en las afueras de París, calcular el Tiempo Universal Coordinado (UTC por sus siglas en inglés).
Sin embargo, muchos critican que se sume este segundo pendiente, ya que afirman que es inútilmente complicado y que se debería fijar el tiempo en base a los relojes atómicos, más que a otros medidores.
En noviembre, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) celebrará una reunión en Ginebra para analizar el tema desde un punto de vista científico. Si entonces se adoptara un cambio, el tiempo UTC quedaría desfasado de la rotación de la tierra.